Cada uno se encuentra más cómodo sentado o tumbado de una manera u otra dependiendo de sus tensiones internas.
No te generas una alteración postural por sentarte mal de manera habitual, si no que la alteración postural que ya tienes hace que estés más cómodo mal sentado.
Este es un error frecuente, mucha gente cree que tienen el vicio de adoptar malas posturas y eso al final acaba traducioéndose en molesitas osteomusculares tales como las lumbalgias o las cervicalgias. Pero en el caso de que fuera así, de dónde proviene ese vicio?
La respuesta está en las tensiones físicas internas que sufre nuestro cuerpo y nos hacen estar más cómodos en posturas que a simple vista no lo parecen. Estás tensiones pueden ser originadas por múltiples factores:
- Alteraciones en el desarrollo o crecimiento, el crecimiento osteomuscular no es siempre todo lo homogéneo que debiera, los huesos pueden sufrir alteraciones en su interior que no llegan a ser patológicas, pero que condicionan las capacidades mecánicas de dicho hueso a soportar peso y tensión (véase osteopatia estructural).
- Alteraciones orgánicas. Los órganos también tienen capacidades mecánicas además de sus funciones orgánicas ( véase osteopatia visceral). Cuando no funcionan bien debido a la sobre solicitación, a los malos hábitos de vida o a una predisposición genética, los órganos acumulan tensión mecánica que altera la postura para su comodidad a costa de la comodidad del individuo.
- Tensiones emocionales. El estrés emocional mantenido transmite tensión a nuestra musculatura generando contracturas que alteran la postura.
- Movimientos repetitivos y lesiones. Si al realizar movimientos repetitivos en nuestro trabajo o nuestro deporte, o tras haber sufrido una lesión no acudimos al fisioterapeuta para que evalúe el estado de la musculatura. Se nos puede fijar una tensión producida por la lesión como efecto secundario y por tanto modificarnos la postura.
Este creo que es el orden de importancia en cuanto a factores que nos alteran la postura. Estas alteraciones no se pueden apreciar en radiografías, ni resonancias ni ninguna otra prueba médica, tan solo se pueden apreciar con el tacto de una mano bien entrenada. Con una exploración manual y tratamiento manual todas estas alteraciones pueden corregirse en su gran mayoría.
En resumen, cuando un niño se sienta mal no lo hace queriendo, algo dentro de él le obliga a sentarse así, y por más que se lo repitamos, él no será capaz de sentarse bien más que unos pocos minutos hasta que su atención se fija en otra cosa. Con los adultos pasa exactamente igual. Hay que valorar la tensión interna que está padeciendo el sistema osteomuscular para poder corregirlo y cambiar nuestra postura de forma que no tengamos que estar pendientes de ella.
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